Las teorías de desarrollo y bienestar se han estado estudiando desde la década de los años setenta, y con el cambio constante de la sociedad y especialmente el climático, se ha tenido la necesidad de replantear la economía mundial.
La premisa fundamental sobre el “Modelo Dona” es que el desarrollo urbano y de transportes debe operar dentro de un espacio seguro y justo para la humanidad, equilibrando las necesidades sociales y los límites ecológicos del planeta. Este enfoque desafía la idea de que más siempre es mejor y nos recuerda que el verdadero progreso y éxito social se encuentra sujeto a lograr equilibrar las necesidades humanas con los límites ecológicos. Personalmente, creo que este modelo representa una oportunidad clave para transformar la manera en que concebimos el desarrollo, especialmente en el sector de la infraestructura y el urbanismo.
A lo largo de mi experiencia, he visto cómo la infraestructura puede ser un motor de cambio socio- ambiental en un aspecto positivo y beneficioso, sin embargo, si no se planea con una visión integral, puede generar sesgos negativos. Aplicar los principios del Modelo Donut en este ámbito significa diseñar ciudades y sistemas de transporte que no solo sean eficientes, sino que también sean sostenibles e inclusivos, no solo es un reto enorme, también una necesidad urgente.
Uno de los aspectos que más me entusiasma de este modelo es su capacidad de repensar el urbanismo de una manera más equitativa. No se trata solo de tecnología o eficiencia, sino de poner a las personas en el centro del diseño urbano.
Ejemplos como Copenhague y Ámsterdam demuestran que es posible crear ciudades donde la movilidad sea segura, accesible y ecológica. En México, estamos dando los primeros pasos con estrategias como el "on-street parking", ó la recuperación de espacios urbanos, estrategias para cuidar la movilidad delas personas, como el “Rey Peatón” y sistemas de transporte colectivos innovadores como los tan bien posicionados” CPT”, que son más que nada los teleféricos que buscan optimizar el espacio urbano y fomentar la movilidad sustentable. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para lograr un cambio de paradigma real.
Desde un punto de vista técnico, implementar los principios del Modelo Donut en la infraestructura urbana implica integrar herramientas de planificación basadas en datos, modelado digital y evaluaciones de impacto ambiental. Tecnologías como los sistemas de gestión de tráfico inteligente, el uso de materiales de construcción de bajo impacto ecológico y la integración de energías renovables en el diseño urbano son clave para reducir la huella ambiental de nuestras ciudades. Los cuales, como podemos ver, ya son una realidad y los elementos ESG son cada vez más puntuales y específicos para cualquier proyecto.
El Modelo Donut nos ofrece una brújula para guiar el desarrollo sin sobrepasar los límites del planeta ni dejar a nadie atrás. Creo firmemente que, si adoptamos este enfoque, podemos construir ciudades más inteligentes, resilientes y equitativas. Al final del día, no se trata solo de infraestructura, o desarrollos para la integración de transportes, sino de la vida que queremos construir dentro de ella.